A continuación publicamos una pequeña obrita de Patricia Suárez, denominada "La Bella Durmiente también ronca", material que vamos a trabajar en las clases de Teatro con los alumnos de 6º y 7º grado.
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Patricia
Suárez nació en
la ciudad de Rosario (provincia de Santa Fe, Argentina) en 1969. Como escritora
ha desarrollado una vasta obra literaria. Es autora de las novelas Aparte
del Principio de la Realidad , Perdida en el momento; y Un
fragmento de la vida de Irene S.; los libros de cuentos Rata Paseandera
, La italiana , Completamente solo, La flor incandescente y Círculo y
otras historias; los poemarios Fluido Manchester y Late; el libro de textos teatrales Las
Polacas (Buenos Aires, Teatro Vivo, 2003), y el ensayo La escritura
literaria. Entre sus obras para niños y jóvenes se encuentran Historia de Pollito Belleza, Chiquito
Ratón, Habla el Lobo, Monstruos al teatro, la compilación de
coplas humorísticas del folklore latinoamericano; Un cocodrilo te cante,
Patrañas y otras historias extrañas y Memorias de Ygor.
La Bella Durmiente también
ronca
Personajes:
- Príncipe
- Las hadas Fauna y Flora
- La Bella Durmiente
- Un Grillo
- Una Araña
- Una Perdiz Enfrascada
(Una
habitación en penumbras. El Príncipe se choca con el hada Fauna.)
PRÍNCIPE:
Perdón, señora.
FAUNA:
Señorita.
PRÍNCIPE:
No, no. Yo soy un Príncipe.
FAUNA:
¿Alguien le preguntó algo?
PRÍNCIPE:
No, disculpe, es que yo...
FAUNA: Ni
siquiera por la edad le permito que me diga señora.
PRÍNCIPE:
No, si la edad no se le nota.
FAUNA:
Uso una pócima antiedad de uso nocturno. Es efectiva.
PRÍNCIPE:
Es que en la oscuridad yo no veo casi nada, por eso le digo. Si era usted una
señora o un elefante patito me da lo mismo.
FAUNA:
Qué galante, joven.
PRÍNCIPE:
Su Majestad, dígame mejor.
FAUNA:
No, yo no le digo nada. Después que me llamó elefante patito yo no le digo ni
hola.
PRÍNCIPE:
Es que estoy muy confundido, esta oscuridad...
FAUNA:
¡Qué fácil que es echarle a la oscuridad la culpa de todo!
PRÍNCIPE:
Ando en busca de la Bella... ¿cómo era? (Se mira la palma de la mano.)
Es que me lo anoté acá y no leo... ¿No tendrá un fósforo para alumbrarme?
FAUNA: No
fumo, joven.
PRÍNCIPE:
Su Majestad tiene que decirme. O Príncipe.
FAUNA:
No, si ya le dije que yo decir a usted no le digo nada. (Fauna ve a Flora.)
¡Querida, querida! (Al Príncipe.) Ahí está mi hermana. ¿Por qué no le
pregunta a ella? ¡Flora, preciosa! No oye bien, la pobre. Ayúdeme a llamarla.
PRÍNCIPE:
¿Yo?
FAUNA:
No, el elefante patito.
PRÍNCIPE:
Ah.
FAUNA:
Vamos, no sea flojo, grite Flora. A la una, a las dos, a las tres: (gritan)
¡Flora!
FlORA:
Sí. Parece que me llaman. Oh, dioses del Cielo, que me interrogáis, aquí está
vuestra fiel súbdita...
FAUNA:
Aquí, aquí, Flora. No somos los dioses del Cielo.
FLORA: (Ajustándose
las gafas.) ¿Ah, no? Ah... sois vosotros, duendes del subsuelo...
FAUNA:
Esas gafas ya no te sirven; tenés que ir al oculista a que te recete unas
nuevas, Flora. (Larga pausa) Flora. ¡ Flora! ¿Podés atenderme y dejar de
hablarle al aire?
FLORA: ¿Sois
los espíritus aéreos acaso quienes...?
FAUNA: (Al
Príncipe.) Cuando se pone así, le juro... Hágame un favor, querido. Vaya y
háblele usted a ver si le hace caso.
PRÍNCIPE:
¿A mí?
FAUNA:
¡No, al elefante patito!
PRÍNCIPE:
Señora Flora, acá su hermana...
FAUNA:
¡Señorita, llámela!
PRÍNCIPE:
Señorita Flora, acá su hermana la señorita... uf, la señorita... ¿cómo se llama
usted?
FAUNA:
Fauna.
PRÍNCIPE:
Fauna...
FLORA: (Al
aire, desconcertada.) ¿Sí, Fauna?
FAUNA:
¡Al fin, querida! Hace como una hora que te estoy hablando. Necesito que me
digas bien la dirección de la Clínica de Varitas Mágicas porque ésta que tengo
¿ves? (La sacude.), no anda nada bien.
(De
pronto, un grillo se transforma en mayordomo y se inclina reverente.)
GRILLO: A
su servicio, venerable hada...
FAUNA:
¡Pero qué hice!
GRILLO:
Anciana venerable...
FAUNA:
¡Pero si uso una pócima antiarrugas! ¡Qué mala costumbre tienen estos bichos de
llamarme vieja! ¡Ahora lo electrocuto a éste!
(Fauna
sacude la varita con frenesí; una araña se convierte en una directora de
colegio.)
ARAÑA:
¡Formen fila, vamos, formen fila! Insecto Gómez escupa el chicle. Tomen
distancia. Insecto Moreno deje de hablar con el compañero. ¡Al frente, a la
red! ¿Qué hay de gracioso Insecto Cavalcanti que habla con Insecto María Luisa?
¿Por qué no nos lo cuenta así nos reímos todos?
FAUNA:
¡Hoy no pego una!
ARAÑA: (Mirando
en torno.) ¿Dónde...? Oh... (A Fauna.) Abuelita... ¿puede indicarme
adonde estoy...?
FAUNA: Te
hablan, Flora.
ARAÑA:
No, a usted, abuelita. ¿Me podría decir...?
FAUNA: (Frenética.)
¡Yo no soy su abuelita! ¡Yo no soy la abuelita de nadie! ¡Uso una pócima
nocturna antiarrugas!
ARAÑA:
¡Un grillo! ¿Qué hace acá, Robertino Menéndez?
GRILLO:
¿Me-me ha-ha-habla a mí, se-señorita Directora?
ARAÑA:
¿Qué le pasa? ¿Está de franco? Yo no le di franco a ningún preceptor, así que
me gustaría que me explique qué cosa hace un grillo...
GRILLO:
Yo... yopo... yo justo... justotopo...
ARAÑA:
¡Un grillo excita mis colmillos!
(La Araña
comienza a perseguir al Grillo a las corridas. Salen de escena.)
FAUNA:
Flora, acá el joven pregunta dónde está Bella.
FLORA: (Siempre
distraída.) ¿Dónde está quién?
FAUNA:
¿En qué dormitorio está echada Bella, pregunta el joven?
PRÍNCIPE:
Su Majestad.
FLORA:
Gracias, qué amable. Pero yo soy hada rasa nomás.
PRÍNCIPE:
Yo soy Su Majestad.
FLORA:
Ay, qué lindo cumplido. Pero no, mío usted no es nada.
PRÍNCIPE:
Pasa que yo vengo en misión oficial, en busca de esposa. Y justo me dijeron que
la Bella Durmiente estaba aquí esperando al príncipe que la despertara con un
beso... y como a mí lo de los besos se me da muy bien... Tuve una experiencia
con Blancanieves que...
FAUNA: (Capciosa.)
No la conocemos.
FLORA:
No. No la conocemos.
PRÍNCIPE:
Y entonces en cuanto Bella despertara, nos casaríamos, y seríamos felices y
comeríamos perdices.
FAUNA:
¡Qué muchacho más seguro de sí mismo!
PRÍNCIPE:
Su...
FLORA:
Ay, perdices, perdices, cómo me gustan. ¿Las trajo a las perdices?
PRÍNCIPE:
Sí, las dejé en el carruaje.
FLORA:
¡Hace tanto que no como una en escabeche! ¿No tiene alguna perdiz enfrascada?
PRÍNCIPE:
No sé, creo... Después le mando una, si usted quiere. Pero mientras tanto, ¿no
me podría indicar en dónde duerme la Bella?
FLORA: (Mística.)
Tiene que seguir el sonido... ¿Oye?
PRÍNCIPE:
¿Qué?
FLORA: El
sonido...
PRÍNCIPE:
¿El sonido del amor?
FAUNA: Es
un decir...
FLORA:
Qué rico chico, ¿no? Sí, digamos que es el sonido del amor, sí.
PRÍNCIPE:
(Esforzándose.) Sí, algo oigo... ¿Es como un latido?
FLORA: Un
tamborcito...
FAUNA:
¡Un timbalazo!
PRÍNCIPE:
¿Tocaba la batería cuando estaba despierta, la Bella?
FAUNA: La
toca dormida.
PRÍNCIPE:
(Asombrado.) ¿Es percusionista?
FLORA:
Roncadora.
PRÍNCIPE:
¿Roncadora?
FLORA: Un
instrumento nuevo...
PRÍNCIPE:
Qué raro. Nunca oí hablar de él.
FLORA:
Pase por allí querido mi majestad...
(El
Príncipe entra a un dormitorio, en el centro hay una cama en la que duerme y
ronca la Bella. Se acerca a ella en puntas de pie y la besa. La Bella se da
vuelta y sigue durmiendo y roncando para el otro lado. El Príncipe se acomoda
en un costado y repite el beso. La Bella no se inmuta, se tapa la cara con la
sábana. El Príncipe la destapa, la besa. La Bella, siempre dormida, se tapa la
cara con la almohada. El Príncipe y la Bella forcejean con la almohada.
Finalmente, el Príncipe logra quitársela y la besa. La Bella despierta y
grita.)
BELLA
DURMIENTE: ¡Pero será posible que ya no se pueda dormir tranquila en esta casa!
PRÍNCIPE:
Lamento interrumpir su real sueño... Vengo desde un reino lejano, soy hijo del
Rey Perico de las Alcachofas Verdes y vengo en busca del amor...
BELLA
DURMIENTE: ¿De qué? No sé... Creo que lo dejé arriba de la cómoda.
PRÍNCIPE:
He venido a pedirte que te cases conmigo.
BELLA
DURMIENTE: ¡Guardaespaldas! ¡Guardaespaldas! ¿Cómo es posible que siempre dejen
entrar a estos sinvergüenzas a mi Palacio?
PRÍNCIPE:
He venido a ti, Bella, debido a tu gran fama como hilandera y tejedora. Vivo en
un Reino donde es invierno todo el año, y necesitamos una reina que nos teja
bufandas, pulóveres, mantas, manoplas, y escarpines.
BELLA
DURMIENTE: ¿Tejer?
PRÍNCIPE:
Es fama que tejes en punto santa clara, arroz, jacquot, con dos agujas y
crochet.
BELLA
DURMIENTE: ¡Guardaespaldas!
PRÍNCIPE:
Bella... abajo nos esperan las perdices.
BELLA
DURMIENTE: ¿Qué? ¿Quieren una bufanda de lana, también?
PRÍNCIPE:
Quieren que seamos felices.
BELLA
DURMIENTE: Mira, Príncipe, a mí me importa muy poco lo que deseen tus perdices.
PRÍNCIPE:
¿Por qué? Sólo anhelan nuestra felicidad. Lo mismo que mi reino. Allá todos los
pastores han esquilado sus rebaños y amontonado kilos y kilos de lana para tus
tejidos...
BELLA
DURMIENTE: Príncipe, me has confundido con Cenicienta. Ella es la que hace todo
el trabajo de la casa.
PRÍNCIPE:
¿Con quién?
BELLA
DURMIENTE: Cenicienta.
PRÍNCIPE:
A mí me dijo Blancanieves...
BELLA
DURMIENTE: Es que la gente siempre indica mal... Además no hay que fiarse de
Blancanieves. A ella desde que le pasó lo de la manzana le quedó muy mal sabor
de boca.
PRÍNCIPE:
¡Ni que lo digas! ¡Yo la besé!
BELLA
DURMIENTE: (Celosa.) ¡Has besado a Blancanieves también! ¡No tienes dignidad!
¡Fuera de mi vista! ¡Tú no eres un Príncipe! ¡Eres una sopapa! ¡Fuera, fuera!
¡Guardaespaldas!
PRÍNCIPE:
Bella Durmiente, no me eches... Tú eres...
BELLA
DURMIENTE: ¡A volar!
PRÍNCIPE:
¿Qué haré con las perdices?
BELLA
DURMIENTE: ¡Fuera de mi vista ya mismo!
PRÍNCIPE:
Dime al menos cómo encontrar a Cenicienta.
BELLA
DURMIENTE: ¡Vete!
PRÍNCIPE:
¡Bella! ¡Bella!
(Entra
una Perdiz Enfrascada. Toma al Príncipe del brazo y lo saca del dormitorio.)
PERDIZ:
Príncipe mío, no pierdas la dignidad. No le ruegues a esta engreída. Nosotras
te ayudaremos a encontrar a Cenicienta.
PRÍNCIPE:
¿Y cómo harán para hallar a Cenicienta?
PERDIZ:
Bueno, nosotras tenemos el sentido de orientación de las aves migratorias.
PRÍNCIPE:
Si las perdices no migran...
PERDIZ:
Antes no migrábamos. Pero ahora gracias a la empresa de enlatados "Qué
sabor, mamita" viajamos por los supermercados de todo el mundo...
PRÍNCIPE:
Es que yo...
PERDIZ:
Vamos, Príncipe, vamos.
(Salen
ambos. Apagón.)
Espejito, espejito (La Reina Mala del cuento de
Blancanieves está sentada frente al espejo al que suele consultar.)
REINA
MALA: Espejito, espejito, ¿quién es más linda que yo? (Espera.) ¿Quién? (Enfureciéndose.)
¿Quién? (Furiosa.) ¡Ah, estoy harta! Hace dos años que estamos en esto y
mi paciencia llegó al límite. Voy a repetirte la pregunta y quiero que me
respondas con total claridad. En voz bien alta, modulando correctamente las
palabras... Bien. (Infantil.) Espejito, espejito, ¿quién es más linda
que yo? (Larga espera. Luego furia.) ¡Pero será posible! ¡Si se murió!
¡Blancanieves se murió! ¡La enterraron los enanos! (Escucha.) ¿Qué? ¿Qué
Príncipe Azul? ¡No, si tenía que ser ese infeliz! ¿Y adónde viven? ¿Y eso por
dónde es? Ah, ¡pero si es lejísimo! Yo no voy a ir otra vez disfrazada de
anciana como una idiota, haciéndome la vendedora de manzanas... No, no y no.
No, te estoy diciendo. Cuando digo que no es no. Es que no sabes todo lo que me
pasó en el camino la otra vez. Como los pícaros me veían tan vieja y achacosa, me
robaban manzanas envenenadas de la canasta... ¡Envenené a medio Reino! Al
carretero, a los ladrones del monte, a un pájaro carpintero que se hizo el
gracioso y me picoteó la fruta... ¡Todos esos esfuerzos para que me digas que
fue ese tarado y la despertó con un beso! ¡Con un beso, si es de no creer! ¿Qué
necesidad tiene él de andar besuqueándose con cuanto cadáver encuentra en el
camino? (Un tiempo.) No, ya sé. ¡Te estoy diciendo que no volveré! ¡No! (Escucha.)
¿Cómo que ella también? No comprendo. ¿Cómo que te pagará mejor sueldo? (Furiosa.)
¿De qué demonios estás hablando, Espejito? (Escucha.) ¿Te vas? ¿Te vas
al Palacio de Blancanieves? De modo que me abandonas. (Furia helada.)
Muy bien. No, no, me parece bien. Yo estoy a favor del libre mercado. Ahí está
el paño de limpieza que te pertenece y el jabón de lavado del azogue, puedes
llevártelo, a ver si ella te friega mejor que yo... (Camina en dirección
contraria al espejo, luego se vuelve, bruscamente lo toma y lo lanza contra el
piso; luego le salta encima y lo pisotea en un arrebato de rabia.) ¡Ahí
tienes! ¡Traidor! (Ella busca una capa negra que le llega hasta los pies y
una canasta.) Bueno, ahí vamos otra vez a venderle a esta tonta las
benditas manzanas..., qué paciencia hay que tener por la belleza...